La profesión docente es una de las más exigentes en cuanto al control de las emociones y el estrés, debido al permanente contacto con grupos de niños y adolescentes, cuyas cantidades van de 20 a más de 40 o 50 integrantes, y en las jornadas lectivas se dan constantes situaciones en las que el bullicio, el desorden y la tensión pueden llegar a topes extremos por las mismas características de los estudiantes, muchos de los cuales muestran hiperactividad, déficit de atención, problemas con la autoridad, entre otras formas de conducta que ponen a prueba la tolerancia y autocontrol del maestro o maestra:
Como todas las disciplinas profesionales, la docencia también expone a quienes la ejercen a una serie de problemas de salud como por ejemplo las enfermedades respiratorias (por el polvo de las tizas o el olor plumones para pizarras acrílicas), problemas de postura (por estar de pie muchas horas a la semana) o desgaste de las cuerdas vocales (por la necesidad de levantar la voz en las aulas). Pero son las alteraciones del ánimo o desgaste emocional aquellas dolencias que pueden repercutir de formas más graves en el desempeño docente. Curiosamente son de las que menos se habla, ya que estos efectos, al no ser físicos, generalmente no se ven a la primera. El Síndrome Burnout es uno de los más comunes.
¿Sabes de qué se trata?
«Burnout» es un término coloquial del inglés que significa «cansancio», «agotamiento». En general se usa para describir un estado físico y mental de desgaste por las múltiples actividades asociadas al desarrollo de una actividad. Desde hace relativamente poco tiempo, las diversas investigaciones relacionadas al estrés han ido arrojando resultados según los cuales hay varios tipos de cansancios de tipo profesional, entre los cuales uno de los más comunes sería el «burnout» entendido como el grado máximo de fatiga producida por jornadas extenuantes de trabajo académico. Lo que en francés se conoció en los años 70s como «surmenage» o exceso de actividad, hoy es denominado por algunos especialistas como el Síndrome Burnout.
En general, las personas más vulnerables a padecer este síndrome son las que desarrollan interacciones humanas trabajador-cliente de carácter intenso o duradero, sin considerar por cierto, a un cliente en particular sino más bien, a uno o varios. Dichos profesionales pueden ser caracterizados como de desempeño satisfactorio, comprometidos con su trabajo y con altas expectativas respecto a las metas que se proponen. Esta sobrecarga laboral, a menudo autoimpuesta, es la que termina produciendo los síntomas del burnout.
El Síndrome de Burnout es muy frecuente en médicos, enfermeras, psicólogos, psiquiatras, personal administrativo de sectores públicos y docentes. Otros profesionales expuestos a este estrés laboral son los deportistas de élite, teleoperadores (operadores de Call Center), ingenieros, personal de las fuerzas armadas, controladores aéreos y todas aquellas profesiones u oficios en que el nivel de interacción, discusión o reuniones sea constante y no siempre fluido, sino con fuertes oscilaciones de intensidad para la resolución de conflictos o situaciones de difícil acuerdo.
En el día a día docente, los grupos numerosos y bulliciosos de niños o adolescentes a los que hay que enseñar y, a la vez, poner límites en su conducta -que puede ser, en ocasiones, cada vez más irrespetuosa- sumado a la cantidad de horas que deben permanecer los maestros al frente de las clases para obtener un sueldo digno, les producen un sentimiento de desamparo e impotencia que se traduce en estrés, donde el organismo se adapta a las nuevas situaciones, pero se va desgastando, si estos hechos son persistentes.
Los síntomas del síndrome de Burnout se han categorizado en cuatro grupos:» Síntomas psicosomáticos: cefaleas, molestias gastrointestinales, insomnio, entre otros.» Síntomas conductuales: Problemas relacionales, absentismo laboral, entre otros.» Síntomas emocionales: distanciamiento afectivo, ansiedad y disminución del rendimiento laboral.» Síntomas defensivos: Negación de los síntomas anteriores y desplazamiento de los sentimientos hacia otros ámbitos.
En el año 1980, el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger publicó el libro titulado Burn Out: The High Cost of High Achievement. What it is and how to survive it (Cansancio laboral: Los altos costos de los altos logros. Qué es y cómo superarlo), texto que se ha transformado en un referente primordial para el abordaje primigenio del Síndrome Burnout. Posterior a ellos en el año 1981 las autoras Maslasch y Jackson aportan el hasta ahora más aceptado concepto del síndrome, en el que proponen que este es tridimensional y que dentro de estas dimensiones se encuentran el agotamiento emocional, la despersonalización (en la que se generan actitudes de sarcasmo ante sus compañeros de trabajo) y la reducida realización personal.