El psicólogo y educador Jaume Funes publica un nuevo libro sobre el oficio de enseñar
Jaume Funes logra plenos en sus conferencias. Publica libros, imparte talleres y expone sus ideas sobre la educación a organismos institucionales. ¿Por qué acuden, por qué le escuchan, qué buscan? Psicólogo, educador y periodista ha estado trabajando siempre en torno a la educación de jóvenes, especialmente con dificultades sociales (en riesgo de exclusión, drogadicción, con problemas de la justicia). Ha tenido tareas en la administración: ejerció de Síndic de la Infancia y de secretario de Familia en la Generalitat. Este bagaje no le eleva ni unos centímetros del suelo que pisan los adolescentes, a los que ha dedicado su vida profesional. Mañana lunes el ex conseller de Educació Joan Manuel del Pozo presenta su nuevo libro en la Casa del Llibre: Fer de mestre quan ningú no sap per a què serveix (Eumo) en el que disecciona la profesión de maestro.
¿Qué le ha impulsado a escribir a los jóvenes que quieren ser maestros y a maestros con tiempo de oficio?
Vivimos unos momentos en los que la educación parece haberse convertido en un producto de mercado más. Se define en términos mercantiles de calidad e innovación. Convertida en simple aprendizaje, se la intenta medir con parámetros de supuesta evidencia científica. Padres y madres compran educación. El profesorado acaba pensando que todo se reduce a buenas metodologías.
Escribo pensando en los nuevos maestros para sugerirles que no dejen de pensar qué significa realmente educar hoy. Escribo pensado en los que ya tienen trienios para que no olviden las viejas preguntas sobre la escuela que les han impulsado a ser oportunidades vitales para muchos niños y niñas.
¿Cómo debe ser un buen maestro? ¿Qué competencias debe tener?
Para saber cómo han de ser bastaría con escuchar a las y los buenos maestros que tenemos. Creo que tenemos más buenos maestros que, por ejemplo, buenos médicos. En el libro trato de resumir algunas características. Por ejemplo: ha de desear enseñar, pero tener en cuenta que sus discípulos pueden no estar dispuestos (por muchos motivos) a aprender.
Gestiona la curiosidad que traen a clase para convertirla en deseo de saber. No deja de ser un seductor que consigue que tengan ganas de volver a clase. Provoca dudas porque él se hace preguntas. Enseña a pensar porque piensa. No se inventa la vida haciendo empollar un libro, sino que intenta que la vida penetre en el aula. Sabe que debe mirar a cada alumno, que viene a la escuela con su mochila familiar y social, para poder personalizar la relación educativa. No se desespera demasiado con la administración y trata de conseguir que la familia entienda lo que hace su hijo en la escuela…
Un buen maestro
“Gestiona la curiosidad para convertirla en saber”
¿Se forma bien en las universidades?
Las universidades siguen formando, mejor o peor, especialistas que luego se ponen a enseñar lo que aprendieron. Por eso, por ejemplo, las dificultades de la escuela de secundaria van en aumento. En el caso de la formación de los y las maestras de infantil y primaria sí que se forman para educar enseñando, pero en las facultades siguen dando más importancia a las didácticas que a descubrir y asumir las formas adecuadas de acompañar el proceso de desarrollo y aprendizaje de una infancia cada vez más diversa, inmersa en una enorme red de influencias.
Debemos pasar ya a una única carrera que forme para la profesión docente, para la función educadora. Hacer posible una profesionalidad compartida en todos los niveles escolares, con una formación posterior diferenciada para cada etapa evolutiva y escolar.