Hace muchos años, en la bahía de Paracas, desembarcó un navío con un ejército de soldados. Ellos estaban al mando de un general, llamado José de San Martín.
Los soldados estaban muy cansados y, mientras se preparaban para la marcha, José de San Martín se recostó a la sombra de una palmera para protegerse del Sol y, poco a poco, fue cerrando los ojos, hasta quedarse profundamente dormido, tanto que empezó a soñar en convertir al Perú en un gran país, ordenado, libre, trabajador. En su sueño, vio a lo lejos una bandera, una bella bandera que se agitaba con orgullo.
Al despertar, abrió los ojos, miró al cielo y vio una gran bandada de aves con alas rojas y pechos blancos que se elevaba muy alto. Esas aves eran las parihuanas.
José de San Martín se puso de pie, y a todos los soldados les dijo: “¿Ven esa bandada de aves que se va allá a lo lejos?”. “Sí, general… son blancas y rojas, parecen una bandera”, contestaron los soldados.“Sí –dijo José de San Martín–, es una bandera, la bandera de la libertad”. Y todos siguieron con la vista a las parihuanas volando, hasta que se perdieron en las nubes.