La evaluación desde la orientación formativa se observa en los procesos del aprendizaje, llevándose a cabo con el propósito de mejorar el desempeño de los alumnos.
Casanova argumenta que la evaluación formativa aplicada a la enseñanza, reside en un sumario metódico, constante de elaboración de datos y evidencias sucedidas en clase.
Agregado al proceso educativo desde su comienzo, es posible enlazar información continua y significativa para conocer la situación, formando juicios de valor en el desarrollo del alumno.
Es instaurar un asiento de valor sobre el aprendizaje para compartirlo con el alumno mejorando las estrategias de aprendizaje, usadas en el aula de clases.
Toda secuencia didáctica tiene una etapa de iniciación v de cierre, donde los procesos deben convergir, con la finalidad de acercar al estudiante al logro de sus capacidades.
Esta etapa de apertura pertenece a la evaluación diagnóstica, en la que se busca la evaluación de los conocimientos e ideas previas; de los razonamientos y estrategias escolares.
Los hábitos adquiridos por los alumnos, en función de su utilidad para el aprendizaje, son las representaciones que generan los estudiantes acerca de la tarea que se les plantea.