Minedu: Técnicas y estrategias de evaluación 2022

La pandemia producida por el COVID-19 ha provocado una crisis incomparable en todos los ámbitos y, sobre todo, ha cambiado de manera instantánea la forma de impartir y recibir la
educación. La institución educativa y el hogar se han convertido en un mismo espacio de aprendizaje. En este sentido, la educación virtual se posiciona como una alternativa obligatoria
ante esta nueva realidad.

En una época caracterizada por los cambios constantes, es necesario que el proceso de enseñanza y las estrategias de evaluación se adapten para lograr resultados eficientes, así
como explorar y utilizar herramientas alternativas a las convencionales con el fin de evaluar las habilidades y competencias de las y los estudiantes. No obstante, estas nuevas metodologías aún no han sido adoptadas ni por instituciones de educación superior ni docentes, lo que lleva a preguntarnos si, además de un cambio teórico en el proceso de enseñanza, es necesario un cambio de actitud.

La evaluación y autoevaluación virtual

En la actualidad, el concepto de evaluación va más allá de calificar una prueba o examen final de un curso; supone un proceso de acompañamiento en el aprendizaje de los estudiantes en el que la retroalimentación es un pilar importante para conseguir los objetivos propuestos. Gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) existen distintos métodos que apuestan por evaluar a las y los estudiantes de formas más completas, flexibles y alineadas al ritmo de aprendizaje.
Los espacios virtuales, gracias a sus características inherentes, facilitan la recepción de información textual y audiovisual. Asimismo, su registro temporal o permanente es una gran ventaja para apoyar el aprendizaje de las y los estudiantes. En este sentido, las técnicas virtuales de enseñanza o e-técnicas deben provocar que ellas y ellos sean partícipes, responsables y críticos con su proceso de aprendizaje y autoevaluación.

Características

• Incentiva el desarrollo de habilidades importantes como la comunicación, el trabajo en conjunto y el pensamiento crítico.
• Facilita el desarrollo de nuevas formas de evaluación y su integración con otras actividades del aprendizaje.
• Posibilita la retroalimentación inmediata.
• Ofrece una gama más amplia para poner en práctica los conocimientos y habilidades que se adquieren. ¿Cómo evaluar?
Desde la evaluación, se debe estimular que la o el estudiante sea consciente de supropio proceso de aprendizaje, que incluye sus logros y puntos por reforzar, así como cada decisión que lo ha hecho progresar y equivocarse. Es así como la educación se transforma en un instrumento útil al permitirle adquirir nuevos conocimientos y regular este aprendizaje. Por tal motivo, las estrategias que los docentes planteen en los espacios  educativos deben facilitar lo siguiente:
• Autoanálisis referido a las actitudes y tiempo de dedicación que las y los estudiantes dan por cada tarea de aprendizaje
• Control sobre la evaluación, es decir, la o el estudiante planifica qué acciones o esfuerzos son necesarios para cumplir satisfactoriamente con la propuesta evaluativa. Considera determinar en qué medida es adecuada la metodología y adopta acciones correctivas durante el proceso.
• Control sobre los conocimientos con la finalidad de identificar qué funciona o no durante el proceso de aprendizaje, lo cual permitirá entender ritmos de aprendizaje, dificultades ante ciertas estrategias, entre otros aspectos.

Nuevo enfoque de educación

• Evaluación formadora: partamos de la concepción de que evaluación formadora no es lo mismo que formativa. Esta última está basada en la intervención del docente desde el momento en que facilita conocimiento y en cómo maneja la llegada de esta información. Por su parte, la evaluación formadora hace un énfasis especial en el autoaprendizaje del alumno.
De esta manera, podemos afirmar que una responde a la iniciativa del docente y la otra, a la del estudiante. Es por ello que la evaluación formadora puede garantizar el proceso de aprendizaje porque surge del propio alumno. Además, la reflexión y la valoración de su propio progreso tienen garantía de ser positivas, pues él mismo será
más crítico con sus avances y las formas de lograrlo. Es así que la o el propio  estudiante valora sus aciertos y errores, y, a partir de ellos, mejora en sus resultados y
fortalece sus habilidades.

• Evaluación multicultural: el proceso evaluativo debe ser comprensivo e inclusivo, partiendo de lo multicultural, entendido como valorar y destacar las diferencias en lo étnico-cultural, género, clase social, entre otros factores, concatenándolas con las capacidades individuales, grupales y las de motivación personal. Este proceso
de enseñanza no está al margen de las distintas ideologías, valores socioculturales, creencias y los propios sentimientos de un sujeto y su individualidad. De esta manera, la evaluación atiende la diversidad que existe en el aula. Si hoy entendemos que reducir la inteligencia a una nota alfanumérica es inapropiado, no lo sería menos al evaluar rendimientos sin tomar en consideración estas pluralidades. La evaluación debe romper esquemas de homogeneidad y uniformidad propias del modelo productivo para ofrecer metodologías más adaptativas
y coherentes a una visión personalizada e inclusiva. Una forma de llevar a cabo una educación multicultural es proporcionando diversas formas de aprendizaje para que la o el estudiante opte por una o por otra tomando en cuenta que no todas ofrecerán el mismo desarrollo, debido a que unas pueden influir en la comprobación de
conocimientos, otras proyectarán el logro de habilidades y destrezas específicas, etc.

• Evaluación centrada en el aprendizaje: debemos entender que la evaluación es un proceso que promueve el aprendizaje y no se debe medir por una simple comprobación de conocimientos a través de un examen. La evaluación compromete tanto al docente como al estudiante en los avances que se desarrollan a lo largo del proceso que permite evaluar aciertos y errores para conseguir los logros deseados.
De esta manera, puede convertirse en un individuo que participa, optimiza aprendizajes y proporciona información adecuada para corregir metodologías o instrumentos aplicados. Por otro lado, su función no es la de “demostrar” progresos, sino perfeccionar y reflexionar sobre ellos para que la o el estudiante tome conciencia de sí mismo y los objetivos que quiera
lograr, así como el docente entienda que es un guía que orienta y lo encamina.

• Evaluación participativa y consensuada: en el proceso evaluativo se debe llegar a un consenso sobre diferentes intereses, valores y puntos vista. Actualmente, el énfasis en la enseñanza no se resume a buscar un juicio imparcial que debe garantizarse por la competencia del docente, sino que se ha convertido en una herramienta que estimula un debate democrático donde participan todos los implicados para obtener un mejor producto. El docente y las y los estudiantes se retroalimentan entre sí a fin de potenciar sus metodologías y conseguir destrezas
académicas que van más allá del conocimiento teórico, respectivamente.

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